Ya estamos en el frío diciembre,
a veces sólo mejora mi ánimo
el sol del día en mi piel,
y aparece ése sol
también en mi corazón
como luciérnaga en la noche,
y es su corazón
que ilumina mi vida
a pesar de tanta oscuridad,
y sin embargo tantas
veces me vengo abajo,
tantas veces,
tantas veces deshecha en mitad
de la niebla de mi vida
perdida,
buscando un camino
que no sea el precipicio
que me rodea,
y sí, tantas veces casí sin
fuerza para escribir
y comentar,
perdida en mi dolor,
con el corazón ensangrentado
de pena,
el color perdido
y el alma en el suelo.
Sin alas, intento
bucear en los misterios
que no comprendo,
mis mariposas rotas,
mi aliento apagado,
mis ilusiones marchitas,
mi tristeza aún en pie,
y mis ganas de sobrevivir al espanto
con miguitas de felicidad
esparcidas
en la nieve de tus pasos.