Ella entró en la tienda y lo que no se imaginó que se enamoraría de aquellos zapatitos de charol color beige, muy ilusionada se probó dos pares, pero le estaban grandes... y no había de su número de pie en la tienda.
Pero , ¡¡eran tan elegantes.... y le hubiesen sentado tan bien¡¡¡
Un beso.
Yo me pongo el número siguiente a mi horma...luego con el tiempo calzan. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarbuena idea¡¡
ResponderEliminarbesos¡¡
Que pena...eran tan beige
ResponderEliminarPues sí, una pena...
Eliminarsiempre ocurre que lo que nos gusta no nos queda bien, verdad??
ResponderEliminarbueno, será por la talla?
EliminarUn beso.
Gracias por pasarte.
Si pero en este caso ella se los imaginaba que le quedaban bien.
Eliminar:), aunque solo fuera en su imaginación, pero en la realidad el problema era la talla...
Que no había.
besos.
Y los pies se sintieron desnudos... Incluso me imagino verlos abrazándose desconsolados...
ResponderEliminar¡Qué bueno tener esa imaginación y caer en esos detalles! Desoxida la mente...
Abrazos!!!
Es que la imaginación es muy necesario, Emilio.
ResponderEliminarBesos¡¡
Me encantan los zapatos de charol con hebilla. Eran los que me ponían de niña chica y nunca he podido desprenderme de ellos. La única diferencia es que ahora son de tacón, pero siguen siendo de charol. Eso si, o son de mi talla, o prefiero no tenerlos.
ResponderEliminarUn beso, Amapola
Y si, tengo un nuevo blog, éste.
Los zapatos de charol son mis favoritos. Eran los que me ponían de niña chica y nunca han dejado de gustarme. Ahora me los pongo de tacón de aguja, pero el charol y el cierre de hebilla siguen ahí...
ResponderEliminarUn abrazo, Amapola
Y si, tengo un blog nuevo, éste. No le he hecho demasiada publicidad porque finalmente terminó viniendo gente que no quería al último y bueno...ya sabes...
Eso pasa a veces... No todas las cosas están al alcance de nuestros deseos. aprendemos a renunciar...
ResponderEliminarUn beso.